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LA PRESENCIA
Pablo el Veneciano
(Tomado del libro “Pinceladas”)
Tu puedes decir a menudo: “Aquiétate y sabe que YO SOY Dios”, que es verdaderamente un mandato de lo alto para elevarse fuera de la limitación, enfermedad, y aflicción de toda la especie.
El camino del Maestro es volver la atención de la conciencia externa hacia la Presencia de Dios dentro del individuo.
Cuando el estudiante se vuelve a su propia Presencia YO SOY en amor, sinceridad, humildad, reverencia y gratitud, él naturalmente comienza a atraer más luz dentro de su ser externo, a través del cordón plateado que conecta la Llama dentro de su corazón con la de su Presencia YO SOY. Esta luz adicional aumenta el tamaño, poder, eficacia y radiación de la Llama dentro del corazón físico. Entonces, a través del cordón plateado, la Presencia Yo Soy comienza a liberar rítmicamente los poderes de su propio Cuerpo Causal. Cada uno de los cuerpos inferiores del estudiante es evaluado atentamente para ver cuánto de este poder y energía adicional puede asimilar, controlar armoniosamente e irradiar constantemente.
La Presencia YO SOY, con la asistencia del Santo Cristo Propio, actúa con mucha sabiduría al permitir esta liberación de energía y poder adicional al ser externo. Así como un ser humano prueba la resistencia de una tabla antes de colocar su peso sobre ella, de la misma forma, la Presencia YO SOY y el Santo Cristo Propio liberan un poco cada vez de entendimiento, poder y energía. Luego, evalúan las capacidades que tienen los cuatro vehículos inferiores y la consciencia externa para usarlos sabiamente, guardarlos bien y sostener su acción por medio del autocontrol. Si el chela se prueba a sí mismo que es capaz de sostener y utilizar armoniosamente dicha liberación, el próximo flujo rítmico será mayor. Si los vehículos inferiores y la personalidad externa del chela no pueden o no van a aceptar con estado de gracia y reverencia la responsabilidad de tan especiales dones, la Presencia YO SOY debe esperar hasta que llegue el momento de que se purifiquen esos cuerpos y se sublime el alma con la renuncia de la personalidad hasta lograr las condiciones posibles para la exteriorización gradual pero constante de la gloria del Cuerpo Causal a través de dicho individuo.